
En la actualidad el ser humano se perdió en el pensar y el hacer y se olvidó del ser. La mayor parte de la población mundial en los paises «más desarrollados» , abducidos por el estrés, la competitividad y el consumismo, se desorientó en un laberinto de problemas olvidándose de que en la simplicidad está la felicidad. Casi todo el tiempo se vive en la cabeza y mucha gente se siente perdida y desdichada al no dejarse guiar por el corazón.
Desde mi experiencia he podido comprobar que no hay mayor sanación que la que ejerce la naturaleza, porque desde el espejo que ella nos ofrece podemos tomar consciencia que lo que en ella vemos es lo que somos. La observación directa de lo que sucede en la naturaleza nos dá la visión consciente que esta sociedad perdió. En la naturaleza todo opera a su ritmo desde una inteligencia superior, y exceptuando las «sociedades más primitivas» los humanos nos hemos separado de esa naturaleza pecando de un exceso de racionalidad y queriendo controlar lo incontrolable, perdiendo a su vez la conexión con esa inteligencia superior.
He observado en mis años de trabajo múltiples crisis existenciales caracterizadas por vacío, miedo y desconocimiento de uno mismo, así como muchas dificultades a la hora de enfrentarse a cambios en general. En muchas ocasiones he comentado a mis clientes que no somos más que un animal o que una planta en lo que respecta a la caducidad. En cualquier momento podemos desencarnar y el querer controlar nuestros ritmos, movimientos y cualquier otra situación, es una trampa que nos puede mantener muertos en vida, ya que dejamos de vivir el ahora, que es lo único que tenemos seguro. Además, son muchas las personas que entran en estados depresivos por no soltar el pasado y otras que están con estados ansiosos por querer controlar el futuro.
El haberme acercado a la naturaleza en mi recorrido formativo y personal me ha ayudado a recuperar la visión consciente de lo que somos como naturaleza y a entender que no hay separación entre nosotros y el reino animal, vegetal y todos los elementos que existen en la tierra. Un ejemplo de ello es que los cuatro elementos básicos que existen en la naturaleza también existen en nosotros, y la mayor parte de la gente no es consciente ni siquiera de ello, quizás porque no lo han enseñado en la escuela, como tantas otras cosas. La educación formal recibida, en materias científicas, se basa en información de cosas comprobadas en laboratorio que por el ojo humano no son percibidas, y que en el quehacer diario ni siquiera nos son útiles . Sin embargo temas básicos como el proceso natural de la vida con sus fases equivalentes a las estaciones, o la muerte como transformación , quedan relegados a una cuestión de fe. Y son estos y otros muchos temas los que como humanos necesitamos abordar y entender para lidiar de una forma sana y madura con la vida. Hoy siento que estamos en tiempos de consciencia en los que no es cuestión de creer, si no de observar, porque todo lo que está fuera está dentro y a la inversa…y desde ahí siento recuperar en mi práctica profesional prácticas ancestrales, muchas básicas, para que la verdad se abra al entendimiento de quién lo desee, sencillamente sintiendo, sencillamente observando, sencillamente escuchando…. Y desde ahí, desde la naturaleza sí o sí podemos ir tomando consciencia, y llegando a nuestra naturaleza para volver a conectarnos con nuestra esencia, con lo que en realidad es importante para vivir desde la felicidad.
Eva Méndez Rolán